viernes, 22 de junio de 2012

ESTA ULTIMA ES RELACIONADA CON BIBLIA ADAN Y EVA

Eva tentada por la serpiente por comer el segmento de ventana de vidrieras de fruta prohibida Foto de archivo - 8305882Uno de los animales del jardín, la serpiente, dirige la palabra a la mujer, a propósito de la prohibición de comer del fruto de los árboles; en el diálogo la persuade de que la prohibición encubre el interés de Dios, pero que su interés propio es comer, pues conocerán bien y mal. La mujer come y da al hombre; a ambos se les abren los ojos, se ven desnudos y se esconden. La voz de Dios busca y acusa; ellos se excusan y acusan hacia atrás, el uno al otro y éste a la serpiente. Dios impone penas a cada uno, comenzando por la serpiente. Con la pena de la mujer hay también una promesa de victoria; Dios cubre su desnudez y los expulsa del jardín, para que no coman del fruto del otro árbol prohibido

Paisaje rural. Rama de un árbol con manzanas. Cómics. Foto de archivo - 6923126
Los elementos del relato son los mismos que los del capítulo anterior, pero en nueva perspectiva. Los personajes no son sólo término de acción, sino también sujeto; el jardín no es el lugar en donde se entra, sino de donde se sale. Entre los animales toma el protagonismo la serpiente, no para servir, sino para tentar; los dos árboles enigmáticos se revelan ahora apetecibles y también peligrosos. El dato del no rubor ante la desnudez se aclara ahora por su contrario: el rubor como expresión de la conflictividad entre los seres y con Dios. El dato nuevo es el mal, el pecado, y con él el juicio, la pena, pero también la idea de victoria sobre el mismo. En definitiva, la armonía paradisíaca se revela como un bien a alcanzar, objeto de promesa y de tarea.


La serpiente no es aquí un ser superior, personificador del mal; no es un demon con un poder maligno frente a Dios. Es un simple animal del jardín, como otro cualquiera. Ese concretamente es aborrecible por su aspecto, peligroso y astuto; fue tal vez elegido justamente para privarlo del halo divino que tiene en muchas religiones. Pero no es la serpiente lo que propiamente interesa al autor, sino las palabras que él mismo pone en su boca.


  Al querer exteriorizarlo todo en acción, las palabras dan sonido externo a un rumor que cada hombre lleva dentro: la ambición del superhombre. El autor está interesado en poner fuera del hombre el inicio del mal y por eso hace que la sugerencia le llegue por medio de una voz. Eso disculpa un poco al hombre de la decisión audaz y errada: es llamado desde fuera por algo que va a encontrar eco en su interior

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